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viernes, 25 de febrero de 2011

Las Caras de Clío

A Lore, con cariño


Reseña 

(Enrique Moradiellos)


(Las Caras de Clío, Enrique Moradiellos)
FICHA BIBLIOGRÁFICA. Moradiellos García, Enrique, Las Caras de Clío. Una introducción a la historia…Ed. Siglo XXI. Madrid, 2001. ISBN: 84-323-1073-5. Pp.318, Precio aproximado del libro, 22 Euros.
PRESENTACIÓN DEL AUTOR.
Conocemos los trabajos de Enrique Moradiellos García –actualmente profesor de Historia contemporánea en la Universidad de Extremadura y, con anterioridad, en la Universidad de Londres y en la Universidad Complutense de Madrid– tanto en su vertiente científico-positiva como en su vertiente gnoseológica y metodológica. Desde un punto de vista gnoseológico y metodológico, hay que destacar la primera versión de Las caras de Clío –que apareció con el subtítulo Introducción a la Historia y a la Historiografía, publicada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo en el año 1992–, donde ya se apuntaban las tesis que ahora se defienden, y El oficio de historiador (Siglo XXI, Madrid 1994). Esta segunda obra es un aprovechable trabajo cuyo objetivo didáctico no empaña en nada sus reflexiones metodológicas e, incluso, diríamos que estas consideraciones didácticas quedan reforzadas por los argumentos gnoseológicos y metodológicos; y aun siendo una obra de carácter universitario su utilización en la enseñanza de la Historia en el bachillerato es de una gran efectividad por la concreción y claridad «procedimental» empleada.
Una de sus primeras obras de Historia propiamente dicha fue Neutralidad benévola: el gobierno británico y la insurrección militar española de 1936 (Pentalfa, Oviedo 1990). Vemos en ella ya los primeros intentos de aunar reflexión gnoseológica con investigación e indagación histórica, pues Enrique Moradiellos nos presenta en las primeras páginas su clara intención –que se hace patente en el mismo ejercicio de la obra– de situarse en una perspectiva fenoménica –Historia fenoménica– sin abandonar el compromiso con una perspectiva materialista ligada a la idea de verdad histórica. A Neutralidad benévola han seguido un conjunto de obras sobre la España contemporánea (en concreto sobre las dimensiones internacionales de la Guerra Civil) hasta llegar a la recentísima biografía del general Franco.
En fin, un autor prolífico, pese a su juventud, que aprovecha sus conocimientos prácticos de historiador para llevar a cabo una reflexión de segundo grado sobre la misma ciencia histórica; pero ha de repararse en que lo que nos ofrece no es una ristra de consideraciones más o menos evidentes, producto de la síntesis de su labor empírica, sino una reflexión que forma un cuerpo filosófico compacto y coherente. Este tipo de planteamientos no suele ser lo común, no ya en las ciencias históricas, sino en ningún tipo de campo categorial, siendo lo más socorrido una suerte de eclecticismo que, cuanto más, podría ser denominado como «filosofía de los científicos», entendiendo filosofía en un sentido mundano, alejada de los canales y cauces de la Academia. La prueba está en que incluso un autor citado en esta obra de Moradiellos como es Aróstegui , aun tocando los mismos temas que desarrolla Moradiellos no llega a la misma profundidad que éste, dicho sin perjuicio de las interesantísimas aportaciones de su obra. Así pues, Las caras de Clío constituyen una obra singular en el panorama de las publicaciones sobre metodología de la Historia; singular por la clara y distinta disociación que ejecuta el autor y por el manejo de un sistema filosófico no muy usado entre los científicos.


RESUMEN TEMÁTICO GLOBAL. 
Las caras de Clío se encuadra en al ámbito de la historiografía, y como bien justifica su título se puede considerar un manual de  “introducción a la Historia”. Pero una introducción desde una perspectiva gnoseológica- presente y justificada en todo el texto- apoyada en una exposición clara, contundente y argumentada al compás de una prolija casuística y anotaciones que dan lugar a una cómoda lectura. Como resumen general de  la obra en un párrafo, podemos decir que el autor hace un recorrido por los cambios de naturaleza que ha experimentado la Historia desde sus comienzos como género literario, hasta su condición de ciencia humana.
Con ese propósito, (de manual) sus páginas ofrecen a los lectores una exposición sintética de los fundamentos científicos de la de la tradición historiográfica desde sus comienzos en la Antigüedad clásica hasta finales del siglo XX.
Podemos hablar de una concepción de la Historia elaborada desde la filosofía del materialismo gnoseológico, rica en detalles y sugerencias. Aunque el autor no olvida la disociación entre ésta y el plano o perspectiva metodológica- empírica. Así la obra constituye una singularidad en el ámbito de las publicaciones sobre la metodología de la Historia, entre otras cosas por el manejo filosófico que presenta el autor a lo largo de su exposición.
El libro que en su suerte de manual histórico, parece estar dirigido a los estudiantes que se inician en la materia(o, en otros casos a interesados por la historia) comienza tratando de responder a los siguientes interrogantes críticos: ¿Qué es la Historia? ¿Para qué sirve? ¿Cómo se ha configurado y evolucionado? La obra de 318 páginas, presenta un prólogo, un índice, una nota de orientación bibliográfica y una extensa bibliografía. Se estructura en siete capítulos, los dos primeros capítulos están dedicados a la Historia como una de las ciencias sociales o humanas. Los restantes capítulos hasta nuestros días, tratan de señalar los profundos cambios de naturaleza sufridos por la Historia hasta su condición de ciencia humana.

EXÁMEN CRÍTICO.
En el mismo índice del libro y siguiendo la unidad temática de la obra podemos valorar después de la lectura de la misma los siguientes aspectos.
Así, distinguimos una primera parte meta-historiográfica (filosófica, gnoseológica) comprendida por los tres primeros capítulos, en la que Moradiellos dibuja el plano gnoseológico de la Historia desde la perspectiva del Materialismo filosófico.
Así, en el primer capítulo resulta de interés la idea y la concepción histórica del pasado expuesta por Moradiellos y fundamentada en palabras de Ortega y Gasset, (pág. 1) en la que se justifica que el pasado comunitario es una necesidad social. Al igual que en las siguientes tres citas (pág. 3) con Polibio, Robert Leiris y Geroge Orwel en las que todos ellos coinciden en la importancia del pasado en aras a la solución a la pregunta que se plantea el autor en este apartado.
También contrapone el conocimiento histórico- racional frente al mítico-legendario para ello se basa en Cicerón, Vilar y Pietri (pág. 3). El autor se detiene en su redacción para hacer referencia a todo aquello que abarca el vocablo “Historia”. Seguidamente trata el papel de la Historia en la enseñanza, la misma como asignatura.
Llegamos así al final de este primer capítulo en el que el autor, vuelve a centrarse en la importancia socio-política de la historia (el papel que juega el pasado en nuestra historia.) Desde el principio de este apartado hasta el final, Moradiellos habla de las tentativas de los historiadores a la deformación u olvido de su “”incómodo pasado” y se basa, como él mismo lo describe, en el caso más significativo proporcionado por Ersnt Nolten en la entonces Republica Federal Alemana. Una polémica comenzada en 1986 en las que el autor conservador realiza una comparativa entre la barbarie de la Alemania nazi con otras barbaries sucedidas en otros países. Con este texto Nolten, fue acusado de intentar expiar los crímenes nazis.
En el segundo capítulo de la obra se expone en primer lugar la relación de los vocablos: historia – Ciencia. Lo hace el autor desde la Teoría del conocimiento o lo que es lo mismo la Gnoseología. Así expone tanto las definiciones de Historia como las acepciones que reúne el vocablo Ciencia. Continúa con la concepción dualista de la Historia fundamentadas en las citas de Cardoso y Aróstegui. (v. p. 15).
Llegamos a la presentación de las corrientes teóricas sobre la naturaleza de la ciencia: descriptiva, teoreticista, ligada a Karl Popper (1902-1994), adecuacionista (heredera de las ideas de Aristóteles) y la última corriente, el circularismo (elaborada por el filósofo español, Gustavo Bueno)
En el siguiente apartado del capítulo 2, Entidad y función de las ciencias categoriales, destaca la división tripartita que se da de las ciencias desde un punto de vista gnoseológico, afirmando así que las ciencias se organizan en tres dimensiones o ejes genéricos: el eje sintáctico, el eje semántico y el pragmático.
En la página 25, último párrafo, Moradiellos expone los dos principios que tienen que darse en toda ciencia, el principio semántico y el determinista- genético.
Comienza el tema 3  con la dicotomía y diferenciación entre las ciencias naturales y las humanas. En palabras de Moradiellos esta distinción entre ambos grupos de ciencias constituye uno de los temas más polémicos y difíciles de las investigaciones gnoseológicas desde finales del siglo XVIII. En la página 29, nos presenta el criterio de demarcación gnoseológico entre ciencias naturales y ciencias humanas podría establecerse atendiendo al modo de operar respectivo. Por una parte, en  las Ciencias Humanas  se da la presencia de sujetos humanos que realizan operaciones. Y en las ciencias naturales no aparecen formalmente sujetos operatorios, sino elementos que se mueven según patrones mecánicos o recurrentes y rutinarios. Esta diferencia nos lleva a  dos diferentes metodologías operativas científicas: la Alfa(A) y la beta (B): … procedimientos en los cuales las operaciones del científico reconstruyen o reactualizan (de forma esencial) las operaciones realizadas por los sujetos a quienes estudia, de modo que el científico «comprende» y «explica» las operaciones del sujeto construyendo o reactualizando a su vez otras operaciones análogas. (v. pág. 30).
Una vez expuesta la teoría anterior, el autor encuadra a la Historia dentro de las ciencias humanas, cuya metodología es Beta, y así nos introduce durante todo el epígrafe siguiente en la importancia del concepto de “reliquias,” en palabras del propio autor: … aquellos restos y trazas del Pasado que perviven en nuestro presente en la forma de residuos materiales, de huellas corpóreas, de vestigios y trazas físicas, de ceremonias y ritos, en una palabra de «reliquias» (relinquere: lo que permanece, lo que resta). Esos residuos que permiten la presencia del Pasado son el material sobre el que trabaja el historiador y con el que construye su historia. Al mismo tiempo atiende a la tarea del historiador (heurística), que en pocas palabras no es otra que la de saber o diferenciar cuáles son esas reliquias a través de las cuales se estudia la Historia. Encontramos la exposición de Croce, sobre esta tarea ( pág. 40,):… la tesis tradicional del «presentismo» formulada por Benedetto Croce (1866-1952), según la cual «toda Historia es historia contemporánea», adquiere una significación gnoseológica notable: la historia se hace desde el presente de las reliquias[1].
 Cabe destacar la exposición de Moradiellos sobre el procedimiento hermenéutico propio de la investigación histórica, esa “reactualización hermenéutica” justificado en las citas de Collingwood, de Enrique Cerillo y de Oakly (págs. 36-37).
Para finalizar este apartado, el autor apunta la presencia de tres principios axiomáticos y categoriales imprescindibles para la conformación de la Historia como ciencia científico- humanista. Estos principios son: el semántico, el determinista- genético y el de significación temporal irreversible.
Trata el autor en las siguientes páginas la oralidad frente a la escritura y la Historia clásica en Grecia y Roma, titulando así el segundo epígrafe del capítulo 4.
Hay una segunda parte, propiamente historiográfica, que comprende los capítulos cuatro, cinco y seis, donde se recorre –en sus propias palabras– la historia de los relatos históricos y sus autores. Pero Enrique Moradiellos no sólo nos sitúa ante los hechos historiográficos sino que también nos los presenta bien mediante un diagnóstico gnoseológico o aproximándonos a su significado historiográfico; así, localiza los inicios de la Historia como ciencia en las técnicas de registro (estelas, inscripciones, listas de reyes) y señala la cristalización del género de literatura histórica en Grecia, a la par que el surgimiento de las ciencias (Geometría, Aritmética) y de la Filosofía.
Desglosemos un poco más este resumen introductorio a esa suerte de segunda parte que hemos planteado en el siguiente trabajo. Comenzamos con la importancia y la notable presencia de una cosmovisión teológica presente, nos solo en la Historia como ciencia, sino en todas las ciencias restantes y la realidad histórica. El autor nos presenta un recorrido a través de las etapas históricas: Edad Media, Renacimiento, Ilustración, del estado y las transformaciones que va sufriendo esa visión teológica, tan arraigada en la Edad Media, hasta su descenso, - pero no, desaparición- en la Ilustración.
Entramos en la Edad Media con la concepción lineal del tiempo, y la gran importancia que  tuvo la cronología en esta época. De los cronistas cristianos un modelo y referencia fue Eusebio (circa 260-340), obispo de Cesárea, en su obra Chronographia, escrita en griego. Además se trata del iniciador de dos géneros la Historia eclesiástica y la Hagiografía. Moradiellos analiza junto al padre de los cronistas cristianos a otros, pasando por las crónicas alto –medievales y las primeras obras musulmanas.
Se observa un cambio en la concepción del tiempo, pasando en el Renacimiento a una temporalidad secuencial, y la creación del reloj, L.Humford. Pero los dos grandes acontecimientos que nos presenta el autor, son  la aparición de la imprenta, con  la consecuente divulgación de las obras de todo tipo, y la recepción de obras clásicas.
En España  se genera una producción historiográfica  similar a la de Herótodo, y se da la incorporación de temas geográficos, naturalistas y etnográficos en la narración histórica: la llamada Cronística de Indias.
Como nos explica el autor, del afán por obtener el sentido literal de los textos fue desprendiéndose la disciplina histórica que habría de estar en el origen de la historia científica del siglo XIX: la erudición crítica documental. Esta crítica también fue deudora del trabajo de los denominados anticuarios,- los cuales generaron a lo largo del XVIII multitud de diccionarios, colecciones y repertorios que clasificaban las antigüedades artísticas, literarias y arqueológicas-  o los estudiosos de reliquias, de entre los que destaca Flavio Biondo. Pero al final del epígrafe, Moradiellos nos asegura que el surgimiento de la ciencia de la Historia, tal y como la conocemos actualmente, no tuvo lugar hasta finales del XVIII y principios del XIX.
En el periodo de la Ilustración el tiempo se convirtió en la práctica hagiográfica, en un instrumento identificado con la cronología. A lo largo del epígrafe que el autor dedica a la ilustración, redacta la influencia de este periodo y los efectos fundacionales de la misma. Así realiza un recorrido, comenzando por el surgimiento de la filosofía de la Historia en Francia, teniendo a la cabeza a Voltaire (1694-1779), y su comparación entre la Historia escrita al modo clásico y su “Historia razonada” (pág.80).  Nos apunta a los historiadores británicos, también influenciados por la Ilustración, como: Hume, Robertson, Gibbon.
Frente a la universalidad y atemporalidad de la razón ilustrada, y su concepción individualista del hombre como sujeto, fue contraria la escuela alemana de Gotinga, que propició unos trabajos locales que atendían al particularismo del Volksgeist (espíritu del pueblo) centrados en cada área y época. El filósofo J.G.Herder desde el Volkstgeist – al que convirtió en una categoría de unidad orgánica colectiva de la historia - conformaba al individuo mediante un lenguaje común, formas literarias y artísticas… (pág.82)
Pero la moderna Historia no aparecerá hasta el siglo XIX en Alemania, de la mano de la Escuela de Gotinga, primero, y, posteriormente, con Leopoldo von Ranke, con el que da el encabezamiento del tema 5 de su obra titulado: A la sombra de Ranke: la cristalización de las ciencias históricas en el siglo XIX y cuya teoría descripcionista de la Historia queda resumida en una conocida frase: «lo que realmente sucedió». A partir de este momento, (hasta el último tema no incluido) Moradiellos hace el recorrido del siglo XIX (influencia del nacionalismo en España, Estados Unidos y Francia e institucionalización de la Historia, influencia de Marx) y del siglo XX (crítica al paradigma positivista - descripcionista, aparición de la Historia económica y social, escuela francesa de Annales, la influencia de la historiografía británica y la cliometría norteamericana).
Es en Alemania donde se da el surgimiento de la moderna ciencia de la Historia a principios de XIX. El autor nos habla de la “mutación trascendental”que se da al afirmarse que la Historia razonada y documentada comenzó a suplantar a la mera crónica de mayor o menor complejidad compositiva, narrativa o erudita. Así nos aporta cronológicamente los autores que influyeron o participaron en esta mutación, comenzando con el pionero Barthold Georg Niebuhr (1776-1831), con el uso del «método histórico crítico» en sus trabajos (el examen y análisis crítico, filológico y documental, de las fuentes históricas materiales) y su posterior utilización sistemática como base de una narración que «debe revelar, como mínimo las conexiones generales entre los acontecimientos».
Seguido a Niebuhr destaca la figura del autor que nomina este epígrafe, Leopoldo von Ranke (1795-1886), cuya influencia sobre el desarrollo de las ciencias históricas, en Alemania y fuera de ella, es bien conocida. Nos parece oportuno colocar la cita más célebre del autor: A la historia se le ha asignado la tarea de juzgar el pasado, de instruir al presente en beneficio del porvenir. Mi trabajo no aspira a cumplir tan altas funciones. Sólo quiere mostrar lo que realmente sucedió (wite es eigentlich gewesen) (pág.86). Moradiellos nos coloca, a lo largo del capítulo, a los siguientes autores destacados en el tema, partidarios y no partidarios de los postulados rankeanos.
Cabe destacar la mención que hace el autor hacia la filosofía de la historia, o lo que es lo mismo, lo que se denominó historicismo, “(los hechos y situaciones pasadas son únicos e irrepetibles y no pueden comprenderse en virtud de categorías universales sino en virtud de sus contextos propios y particulares».)” al que coloca en los orígenes de de los trabajos de la escuela de Gotinga y el las influyentes obras de Möser y Herder. Surge como una manifestación de la reacción conservadora frente al racionalismo universalista de los liberales ilustrados que triunfó plenamente en la Europa de la Restauración (1815-1848). Continúa Moradiellos su exposición y dedica el apartado II del tema 5  a la presentación y desarrollo de las escuelas históricas decimonónicas.
De la mano del autor, comenzamos el epígrafe siguiente en la segunda mitad del siglo XIX, con la figura del filósofo revolucionario alemán Karl Marx (Tréveris, 1818 - Londres, 1883), y su filosofía de clara implantación política y decidida vocación revolucionaria. Inicialmente entendemos  por marxismo el corpus de escritos elaborados por Marx, sólo o en colaboración con su compatriota y amigo Friedrich Engels (1820-1895). Marx acabó formulando una filosofía de la historia que denominó «concepción materialista de la historia» (conocida luego por sus seguidores como «materialismo histórico»).
Pero tal y como nos lo expone Moradiellos en párrafos posteriores, esta segunda mitad del siglo no se caracteriza por su influencia marxista, salvo algunos casos puntuales ( por ejemplo, la importancia que tuvo en el desarrollo del pensamiento sociológico del alemán Max Weber (1864-1920) o en la filosofía y obra histórica del italiano Benedetto Croce (1866-1952), aunque posteriormente tallaron sus propias ideas y conceptos), ya que la mayor parte de los historiadores se mantienen en sus concepciones filosóficas y técnicas de trabajo ligadas a la tradición rankeana. El momento del marxismo será en la primera década del siglo XX.
Llegamos así a la aparición de la historia política y social, gracias a la denominada Escuela de Annales.  Así los historiadores de la misma se volcaron  a estudiar, con métodos innovadores, procesos de larga y media duración sobre marcos geográficos precisos y asuntos poco tradicionales y metapolíticos. El fenómeno dio lugar a dos consecuencias conexas que transcribiremos directamente de la obra Moradiellos:
En primer lugar, los analistas acudieron a la estadística como único medio para penetrar y descubrir la «larga duración» o la «coyuntura», y así se constituyó la «Historia serial», definida por Pierre Chaunu como «una Historia interesada menos por los hechos individuales [...] que por los elementos que pueden ser integrados en una serie homogénea».
La segunda consecuencia del rumbo impreso por Braudel fue el redescubrimiento y ampliación del temario de la Historia cultural bajo la rúbrica de «Historia de las mentalidades». Este viraje se apoyaba en la diferencien establecida en 1932 por el sociólogo Theodor Geiger entre «ideología» (como sistema elaborado de creencias y conceptos que explican el mundo a quien la sustenta) y «mentalidad» (un complejo de opiniones y creencias colectivas inarticuladas, menos deliberadas y reflexivas que las primeras y más «populares»)[2].
Posteriormente a su surgimiento y auge, los Annales, fue decreciendo en beneficio de otras corrientes renovadoras procedentes al comienzo, sobre todo, del área anglófona. Así, el privilegio de la Historia económica y social fue cediendo paso a una Historia de las mentalidades concebida casi como Antropología retrospectiva del ámbito de la cultura material y simbólica de las sociedades.
Antes de adentrarse en lo que nuestro autor denomina cliometría norteamericana,  (pág.121) retoma la idea expuesta anteriormente sobre el verdadero triunfo del marxismo en el  XX,  y llegamos a una  historiografía de corte marxista  que se expande en Gran Bretaña y en Francia- aunque en esta última la historiografía de tradición marxista estuvo limitada por la influencia del filósofo Louis Althusser (1918-1990)- después de la Segunda Guerra Mundial. Destacan, entre los británicos,  el grupo de historiadores que conformaban la revista Past and Present: (hito de la renovación de los estudios históricos británicos) Veré Gordon Childe, Rodney Hilton, Christopher Hill, Eric J. Hobsbawm; Maurice Dobb. A su lado cooperaron historiadores y profesionales de las ciencias sociales: Geoffrey Barraclough, R. R. Betts y A. H. M. Jones.Sus contribuciones más destacadas se sitúan en el ámbito de la historia social y cultural británica y europea desde la Edad Media hasta la época contemporánea.
 La investigación cliométrica consiste en la utilización de un método cuantitativo y la aplicación de ciertos modelos teóricos- matemáticos explícitos en el tratamiento de los datos recogidos y elaborados. Como bien apunta nuestro autor, esta gran corriente de investigación histórica surge en los Estados Unidos, sobre 1958 con los trabajos de Conrad y Meyer,  y conforma la denominada “Nueva Historia Económica” , también Historia cuantitativa o como versa el título de Moradiellos: cliometría.
Al final del siguiente apartado (pág.126) Moradiellos afirma que, “el último rasgo que ha caracterizado al desarrollo de la historiografía occidental desde la pasada década de los años ochenta ha sido el acercamiento a los métodos y técnicas de los estudios antropológicos y literarios.”
El capítulo séptimo constituye la tercera parte -de la estructuración temática que hemos ofrecido en esta reseña,-  porque el autor ya no hace Historiografía stricto sensu sino que entra a analizar y a criticar las distintas corrientes historiográficas que pugnan hoy entre sí afectando a la práctica y a la teoría de la Historia. Y, tras hacer un croquis de la situación, localiza acertadamente las fallas filosóficas que amenazan el asiento del edificio de la Historia a punto de desmoronarse. El diagnóstico es revelador: «fue en el ámbito de la Historia intelectual donde comenzaron a hacer mella las corrientes filosóficas de orientación lingüística que pretenden cuestionar o destruir los fundamentos racionales y operativos sobre los que se apoya la práctica historiográfica desde el siglo XIX. Moradiellos, apuesta por una Historia crítico-racionalista.
CONCLUSIÓN.
Las Caras de Clío está conformada en principio como una especie de manual de historia, dirigido a priori a estudiantes o expertos  interesados en la materia. En pos a esta calificación el autor presenta una redacción cronológica, apoyada en una gran cantidad de citas y trabajos relacionados con la materia. Pero es una obra, que a pesar de su densidad y tecnicismo, es clara, contundente y muy interesante que puede llegar a otro tipo de lectores que simplemente sienta interés por la Historia.
Moradiellos realiza un trabajo ambicioso en ese recorrido que hace partiendo de las preguntas pertinentes con las que comienza su obra: ¿Para qué la Historia? Hasta llegar a la justificación más que evidente y, apoyada por una argumentación soberbia, de la constitución de la Historia como ciencia humana.





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