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jueves, 19 de septiembre de 2013

Historia atlántica

¿Cuáles son los orígenes de la Historia Atlántica, y en qué momento se consolida en el campo de la historiografía?

Según los textos con los que estamos trabajando, los orígenes de la Historia Atlántica se pueden remontar, bajo ese concepto, desde la segunda guerra mundial, para afirmar un territorio o enaltecer el origen de un imperio, una cultura o una raza.

Todos coinciden en que anterior a este siglo XX, aunque hubo historiadores que ya hablaban del mundo atlántico, apenas eran una minoría que no hacía lo suficiente ruido para ser escuchada. Sin embargo, los que en este siglo hablan del mundo Atlántico, no pueden basar sus conocimientos, sin citar y estudiar a los anteriores a ellos.
Los textos antiguos, ricos en información, en estructura y en base historiográfica, han servido para orientarnos en el pasado de los imperios que conformaban la alianza atlántica, y configurar lo que hoy conocemos por la Historia Atlántica.

Según el texto de Carmen de la Guardia en Historia Atlántica. Un debate historiográfico en Estados Unidos,decía  Bernard Bailyn, que, "Historia Atlántica es un concepto como un todo coherente implica un dramático cambio de orientación desde un enfoque nacionalista, diacrónico y teleológico hacia una perspectiva horizontal, transnacional, trans imperial y multicultural”. Estos tres conceptos se dividen en cuanto a definiciones, pero no subsisten el uno sin el otro, puesto que la razón de ser de uno, depende directamente de la existencia del otro, por tanto son complementarios y necesarios.

Según John Elliot, estudia la creación, destrucción y la recreación de comunidades como resultado del movimiento de personas, productos, prácticas culturales y valores a través y alrededor de la cuenca atlántica.
Según David Armitage en Tres conceptos de historia atlántica, nos dice que “el Océano Atlántico fue un invento europeo... porque ellos fueron los que conectaron por primera vez sus cuatro orillas en una sola entidad...”

Sea como fuere, el motivo por el que se le da una importancia sobremanera a un espacio geográfico determinado, casi siempre es político o económico. Bajo este prisma, tenemos la reflexión del historiador italiano Franco Venturi sobre la Ilustración, citado en el artículo de Carmen de la Guardia, que resaltaban la similitud cultural entre Europa y las Américas durante el siglo XVIII.
También alcanzó a pronunciarse la historiadora Caroline Robbins (The Eighteenth-Century Commonwealt Man; Studies in the Transmission, Development, and Circumstance of English liberal thought from the Restoration of Charles II until the War with the Thirteen Colonies. Cambridge. Harvard University Press), que defendía un flujo republicano más allá de la Revolución Gloriosa inglesa, defendiendo así que ya en América existía ese pensamiento republicano antes que en Inglaterra, y por tanto, los primeros en conformar la revolución republicana fué el pensamiento americano frente al británico. Esta manifestación, me resulta cuando menos, política con un fuerte mensaje que quiere dejar claro la autora de la afirmación, utilizando la historiografía del momento, para justificar una acción política y su origen patriótico.
Para Federica Morelli yAlejandro E. Gómez  “los orígenes de la Historia Atlántica se remontan a mediados del siglo XX, luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando desde un punto geopolítico una alianza nor-atlántica se hizo necesaria para contrarrestar la amenaza comunista soviética. Una de las obras más influyentes de aquella época fue The Age of Democratic Revolution (Princeton, Princeton University Press, 1959, 1964, 2vols.) de Robert R. Palmer. En ella aparecía por primera la expresión “Atlantic System””. En los años cincuenta, Robert Palmer aseguraba que la revolución Francesa y la Americana, eran sucesos enlazados, que uno pudo ser porque otro existió justo antes. Posteriormente le quitan la razón a Palmer, los estudios de los 90's.

Alison Games es una de las que afirma que la creación de la Historia Atlántica es obra de los historiadores interesados en analizar las características de los diferentes imperios. Eso puede suscitarnos la idea de que fueron motivos más que políticos los que obligan a una sociedad a justificar sus hechos bajo el manto de la historia, utilizándola así, como es habitual, como excusa para sus objetivos.

Los que comienzan a incluir a “esa otra historia atlántica” a ese espacio hasta ese momento olvidado del concepto, la América latina, el Caribe, África, y esos territorios periféricos que los anglosajones parecían haber relegado en segundo lugar, fueron Bernard Bailyn y Jack P. Green. A partir de ahí, pasaría a llamarse “Atlantic World”, y se centrarían en los cambios socio-políticos, fundamentalmente.

El auge de la Historia Atlántica, quizás, es porque se habían olvidado que es un espacio tan importante como lo fué el Mediterráneo. Nadie emuló jamás a Fernand Braudel con su Mediterráneo, a un igual con el Atlántico. Algunos autores escribieron sobre el Océano, igual, por la importancia que tuvo el comercio triangular, por la descendencia de los americanos, por buscar un origen a su pensamiento, a su política, a su idiosincracia.

Conclusión.

A modo de conclusión, he de decir, que la respuesta exacta del por qué de la existencia en las últimas décadas, de la Historia Atlántica ha suscitado interés de las potencias mundiales, y el por qué ahora, después de tantos siglos siendo protagonista de la Historia europea, sigue sin responderse. Muchas hipótesis apuntan, como dijo Alison Games, que ha sido un invento de los historiadores al mando de las acciones políticas, que intentan justificar “algo”, por tanto, existiría un interés político-económico.
El Atlántico tiene la misma importancia que tuvo el Mediterráneo en la época Antigua y Medieval, la historia eurocentrista sólo cambió de escenario para seguir concurriendo, lo que nos planteamos ahora, es por qué si el escenario siempre ha estado ahí, sale a relucir en éstas últimas décadas. Eso llega a conclusiones reales que ha sido una estrategia política, levantada justo después de la segunda guerra mundial.
Eso me hace preguntarme... ¿Acaso vieron en el tercer Reich una opción que no habían barajado los estados aliados, en cuanto al reclamo de una sociedad por justificar su “estirpe” de raza? Pensaron quizás que, había que unificar en esos momentos, los “estados amigos” en una alianza político-cultural para evitar futuros enfrentamientos de esa índole? Recordemos que la alianza del atlántico norte levantó inquietudes al respecto, para reescribir la Historia Atlántica, desde un prisma norteamericano... Y como hemos podido leer, justificar América, como continuador de la cultura Europea, reconociéndolos como “padres” de su historia, de sus patrias. ¿temieron alguna vez que Europa se levantara reclamando orígenes, contra la América existente? (con lo que significa la América actual, no tanto la colonial de la época Moderna).

Si la finalidad del por qué tenemos una Historia Atlántica ahora, es para recordarnos que América (háblese de todo el continente de norte a sur), se intentó construir a partir de una Europa, copiando exactamente lo que en ésta última se fraguaba. Se impusieron en las tierras nuevas, la política europea, los sistemas de gobierno, de administración, de mando, las normas morales, religiosas, y con ello el resto de cultura, abarcando todos sus límites posibles, (música, dialéctica, literaria, culinaria, etc). Se intentó, aunque no triunfara de la misma manera que en Europa, pero se asentaron las bases, al menos, para no administrar un territorio desde cero. Eso ayudó que, dentro de sus limitaciones, se mantuviesen bajo un orden establecido, como suponía Pierre Vilar.
A todo esto se le suma, que dentro de los colonizadores, hubo notables diferencias, puesto que las estructuras españolas eran muy diferentes a las francesas, y éstas a las inglesas, y éstas, a su vez, a las portuguesas, como bien afirmó Jhon Elliot. Pero tampoco se podría entender, ciertamente, la Historia de América, sin cada uno de los hemisferios que ella recorre, Norteamérica, centro américa y sudamérica, no se pueden ver como formas aisladas dentro del contexto hitoriográfico, como afirmó en su momento Felipe Fernández Armesto, en su obra The Americas. A Hemispheric History (2003; trad., Barcelona, 2004).
Por tanto, sea por justificación, por motivos diversos, por inclusión o exclusión de territorios a la Historia, (que, por otra parte, no somos quienes para incluir o excluir un territorio de la historia geográfica, por tanto, política y social), bien sea por el temor a nuevos conflictos que hagan temblar los cimientos consolidados de una paz entre Europa y Norteamérica, después de la segunda guerra mundial, felicitamos, como historiadores, que el mundo atlántico sea escuchado, sea conocido, y estudiado e investigado, por el bien nuestro, por el de nuestro pasado, y por el de nuestro futuro, sea cual fuere. Aun así, si hacemos eco de la petición y la propuesta de Carlos Martínez Shaw en Jhon H. Elliott. Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América, 1492-1830, Petralbes, 27 (2007), 317-326, la coción de “sistema atlántico” tiene que ser revisada, puesto que no se puede aplicar a la Historia bajo esa denominación, ya que existen puntos contrapuestos en su exposición.


Preguntas, se me ocurren varias, repuestas, todas y ninguna concreta, será que todas tienen su parte de razón, y que lo más cercano a la verdad es que sea, que todas forman parte de un conjunto, lo cual hace el concepto de Historia Atlántica y para lo que ha sido diseñado.

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