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domingo, 10 de abril de 2011

Comentario del Libro "El antropólogo inocente" de Nigel Barley.


“EL ANTROPÓLOGO INOCENTE DE NIGEL BARLEY





En las páginas del libro, desde la 101 hasta la 108, explica que los dowayos, tienen unas prácticas funerarias de lo más variopinta. Los cadáveres son envueltos como las momias, en algodón cosechado en su país y pellejos de los animales sacrificados durante la ceremonia de entierro, y son enterrados en posición fetal o semi-fetal, (página 101). A las dos semanas aproximadamente de ser enterrado el difunto, se le extrae la cabeza para examinarla.  Al parecer, su fin es encontrar señales de brujería en ella, luego se mete en una olla y se cuelga de un árbol. Los cráneos son tratados distintamente los de los varones con los de las hembras. Los cráneos de ellos, son colocados detrás de la choza donde está enterrado su cuerpo y los de ellas, son colocados detrás de las chozas donde nacieron, que bien pueden ser en la misma aldea donde fallece o en otra; teniendo que trasladar su cráneo a su lugar de nacimiento. Se ha de tener en cuenta que los hombres no circuncidados se les tratan de igual manera que a las mujeres. Los dowayos tienen esta peculiar práctica porque “las copia” del leopardo, que pese a que hace más de treinta años que han desaparecido del país dowayo, ellos ponen los cráneos en los árboles, como se supone que los leopardos hace con sus presas, transportarlas a los árboles para devorarlas. También los circuncisores son ataviados con ropas semejando a los leopardos, como vertedores de sangre humana en el momento de la operación.
Al parecer, para los dowayos, los espíritus de los muertos se reencarnan en mujeres embarazadas, y por lo visto se les aparece a sus parientes vivos, página 102). Entonces preparan un festival de calaveras para que estos espíritus se vayan. El festival trata de sacrificar animales, vacas, cabras y ovejas, y los excrementos de éstas cubrían los cráneos de los difuntos. (Página 108-109)Los organizadores cortan las cabezas de los pollos para rociar a los presentes con la sangre que emanan de ellos, y el “payaso” o el que se encarga de amenizar el festival, se encarga de hacer danzas obscenas  entre ellos mismos, e incluso trataban de copular entre risas y exclamaciones. Salpicar a todos los congregados, de sangre, excrementos y toda la suciedad posible, también pertenecía a ese particular festín. En un acto de puro instinto, los asistentes se retiran a vomitar ante la flamante obra. 



Foto recogida desde: <http://antropologiaenbabilonia.blogspot.com/2008/04/el-antroplogo-deflorado-vi-y-ltima.html>, consultada el 20/02/2011 a las 21:03


El festival de las calaveras dowayo, el autor lo compara con un circo Ruso (página 111), ya que ocurren cuatro cosas al mismo tiempo, como por ejemplo; los payasos, después de salpicar a los asistentes con sangre y excrementos, limpian las calaveras, los maridos de la aldea danzan con unas muchachas traídas de otras aldeas, haciendo una parodia de la vida de un fulani (parientes de los dowayos, pero no muy aceptado por ellos). Por otro lado las viudas de los difuntos, también iban vestidas para la ocasión con faldas largas de hojas y sombreros cónicos (página 111). Y por último, al otro lado de la aldea, aparecen los circuncisos. Al parecer, en ese festival, cuando acaban con la danza de las calaveras, los cráneos de los varones se envuelven para la ceremonia de la circuncisión  y los de las mujeres se lanzan a un lado y se les olvida durante el acto. Este ritual, se representa para los muertos, como una amenaza para circuncidarlos, y se usa sus cráneos para ser golpeados con las flautas, como si fueran unos bongós (pagina 112).
La circuncisión sólo se puede practicar en los varones en un año masculino, entre los 2 y los 20 años de edad. Puede pasar un lustro entre una práctica y otra. Afortunadamente para el autor, aunque él llego en un año femenino a la aldea dowaya, los habitantes celebraban en sus ceremonias una “réplica” de lo que en una ceremonia de circuncisión real se podría producir, por tanto, más o menos, se podía hacer una idea de lo que allí sucedía (página 212). Se podría aventurar a decir que el sentido que dan los dowayos a su ceremonial fúnebre, podría ser la cosecha, la sexualidad (la circuncisión) y la muerte, todo en uno. Ya que no lamentan la muerte del miembro de la comunidad como nosotros la lamentamos, para ellos es aparte de un motivo de encuentro y ceremonial, un alumbramiento de nuevas cosechas, y nuevos rituales de  apareamiento.
Si embargo, el ritual fúnebre de un hombre rico, no tenía nada que ver con los otros de clase baja entre los dowayos. Por ejemplo, en la página 154-155, el autor hace una referencia a un caso de enterramiento de un hombre de alto nivel social. En este caso, el difunto es envuelto en la piel de un novillo castrado que sus propios hermanos sacrificaron para este fin. Las mujeres, por otro lado, hacían chocar calabazas y sollozaban, a su vez iban ataviadas con hojas de luto. Otros parientes del difundo se encargaban de traer pieles, lienzos y prendas para envolver el cuerpo mientras que el o los yernos de éste, hacía ofrendas al cuerpo en señal de vínculo familiar que tenían.
Por otro lado, también existe la costumbre que los hombres que hayan sido circuncidados a la vez que el difunto, tengan plena disposición de obtener las posesiones del muerto mientras vivan. Si se trata de un grupo de hombres circuncidados al mismo tiempo, mientras unos mueren, los que quedan vivos se reparten sus posesiones mientras éstos queden vivos, y así sucesivamente hasta que esa “serie” acabe con el último (página 155).

 “No son precisamente datos lo que falta a la antropología, sino más bien algo interesante que hacer con ellos. El concepto de ‘coleccionar mariposas’ es corriente en la disciplina y caracteriza con propiedad las actividades de muchos etnógrafos e intérpretes fracasados que se limitan a acumular bonitos ejemplos de costumbres curiosas clasificadas geográfica, alfabéticamente, o en términos evolutivos, según la moda de la época”. Nigel Barley, “El Antropólogo inocente” pp.20.
El autor, en este apartado, pretende decirnos que, desde su punto de vista, la antropología, así como otras ciencias sociales, tienden a acumular datos y datos por doquier, que sus autores exponen en sus obras o no, dependiendo de su voluntad, o lo que en esos momentos, su situación requiera. Por el contrario, él considera que no sólo se trata de “coleccionar esas mariposas” sino interpretarlas a ojos de occidente, lo que se puede significar y dentro de qué contexto podemos introducirlos para poner hacernos una idea de lo que se trata ese dato concreto. Obviamente, el interpretar el dato obtenido, aunque sea insignificante, puede enlazar una historia, un evento, una explicación a algo mucho más extenso que lo que haya escrito su autor. El dato bien interpretado para nuestra comprensión es como un buen conector en un comentario de texto. Mientras que muchos autores y científicos, como los antropólogos y etnógrafos, al no saber o no ser capaces de desmembrar ese dato para lograr construir algo “entendible “con el, se limita a exponerlos sin interpretación, y por tanto, quedan expuestos pero no comprendidos.
A la pregunta de que si puede hacerse extensible estas consideraciones y las situaciones descritas al trabajo con la historia, por supuesto que sí. La Historia fue, son y serán datos recogidos por todas y cada una de las disciplinas de estudios, que, entre muchas cosas, nos ayuda a interpretar la Historia, para poder ofrecer datos coherentes (que no indiscutibles) a la sociedad, y así proseguir su estudio. El autor de este libro, claramente, se preocupa por interpretar los datos recogidos para poder darnos una visión más o menos acertada de lo que él veía y de lo que él interpretaba. Todo esto se reduce su trabajo, recoger, apilar, ordenar, exponer e interpretar datos para su “traducción” en occidente, ya que nuestras mentes no están preparadas para interpretar en otras culturas, lo que vemos, o en este caso, leemos.

La leyenda “el apaleamiento de la vieja fulani”, guarda cierta familiaridad con la agricultura del país. El cuento de  la vieja fulani guarda semejanza con el labrado y la cosecha, la siembra y la recolección del mijo. El autor se da cuenta que los mismos hombres que aventaban el grano, aparte de parientes, eran compañeros de circuncisión (página 157). Por tanto el relato del apaleamiento de la vieja fulani, es el relato de la circuncisión que adoptaron los dowayos. A su vez, el proceso de desgranado se realizaba siguiendo el esquema del cuento, puesto que en ella se revela la relación imaginaria entre la circuncisión y la cosecha, y la relación homológica que se establece a nivel más profundo. También explica la relación entre los hombres y las mujeres, Explica además la organización dowayo del trabajo: los compañeros de circuncisión son quienes colaborarán en la cosecha del mijo, garantizando así su solidaridad la continuidad de la economía dowayo. Es también una manera solapada de dar las instrucciones técnicas del proceso de la cosecha: “El apaleamiento se representa en diversas ocasiones, sobre todo durante la circuncisión de los muchachos, pues se pone en escena una pequeña comedia. Una vieja pasa gimiendo y quejándose por el camino donde están apostados los dowayos. Pasa entre ellos dos veces y a la tercera se levantan de un salto, golpean el suelo con estacas y le arrancan las hojas con que se cubre. Seguidamente forman un montón de piedras y sobre él colocan la cesta y el sombrero rojo de la mujer. Entonan entonces la canción de la circuncisión. Las mujeres y los niños no pueden estar presentes” (Barley 2004:175-176). Se confirmará la cosmología dowayo, y la relación del festival de las calaveras con la circuncisión, la cosecha y demás hechos de la vida dowayo. Se establece, de hecho, la “antropología” dowayo. El hombre es más que análogo al leopardo, es dowayo, es la planta de mijo.

El producto agrícola que constituye el principal sustento de los dowayo es el mijo. Se trata de un cereal que es originario del centro de África. Hace unos 2000 años fue llevado este cultivo a la India, se presume que desde África central y oriental. Dada a su magnífica tolerancia a la sequía, arraigó en los terrenos más áridos. La altura de la planta está sobre los 40- 50 cm. Y su color varía en tonalidades distintas (amarillo, azul pizarra, morado, gris, pardo, blanco…) Tras la cosecha, los granos se limpian y se les retira la cáscara indigesta. Por su alto contenido en ácido salicílico, se considera a su vez, un producto de belleza, y ciertamente posee una acción beneficiosa sobre los cabellos, las uñas, la piel y el esmalte de los dientes. Aunque no contiene gluten, se utiliza en la fabricación de pan y la fabricación de pastas especiales, que se mezclan con harina de trigo y de mijo simultáneamente.



Información nutricional (60 gr. de mijo)
Calorías
212
Hidratos de carbono
41 g
Proteínas
6 gr
Grasa
2 gr
Hierro 41 % de la necesidad diaria magnesio 29 % de la necesidad diaria
(Información obtenida en < http://www.balansiya.com/ingredientes_mijo.htm> consultada el domingo 20/02/2011, a las 18.15.)

Foto del mijo común tomada de la misma página





La obra del antropólogo inocente, es un libro encantador, con pinceladas de humor, seriedad, rigor, un toque humano y sensible de una visión que nos queda lejos a muchos poder interpretar. La decisión de marcharse a un continente tan duro como África, a un país más duro aún si cabe como Camerún, y a una aldea perdida de los ojos de Dios, hace que abramos nuestra mente a Nigel Barley y le escuchemos hablar con su obra.
Magnífico don de explicación, donde, utilizando un lenguaje fácilmente entendible y accesible a todo tipo de lector, nos introduce en un mundo completamente desconocido para nosotros. De la mano de Barley conocemos con sumo detalle, las costumbres diarias de unos habitantes de la aldea dowaya. El humor de Barley a parte de hacernos una lectura distendida, aprendemos de las costumbres dowayas casi sin darnos cuenta, y gracias a sus interpretaciones de todas y cada una de las palabras y acciones de los dowayos, somos capaces de introducirnos en la lectura con facilidad. Barley no usa un lenguaje estrictamente académico, es por ello, que es accesible a cualquier tipo de lector, sea cual sea su edad y su nivel cultural. El autor se propuso hacer una lectura diferente de un trabajo diferente y creo realmente que lo ha conseguido con creces. Desde la emotividad que nos mostró cuando nos relataba sus limitaciones por sus enfermedades contraídas con facilidad en el poblado, su rabia por la impotencia despertada al ver que los trámites burocráticos en ese país eran poco menos que inexistentes. Su paciencia puesta en una balanza donde más de una vez pesaba la rabia, cuando le robaron en Italia, cuando le “robaron legalmente” los funcionarios camerunenses. La lástima que nos despierta al saber que parte de sus archivos gráficos se vio truncada  al no llegar a su destino… quedándose en el camino tantas y tantas horas de trabajo. Hoy por hoy, son pocos los que se aventuran a vivir algo como lo que hizo Barley, y para darnos una lección más, volvió a los 6 meses a “su aldea”.
El retrato de lo que nos enseñó a su regreso a su país, me dejó personalmente atónita. Sutilmente nos muestra la extensa frialdad y superficialidad en la que actualmente vivimos, haciendo alarde de su inmejorable escritura y exposición de sus sentimientos. Tuvo la osadía de “describirnos” con muy pocas palabras y con un mínimo ejemplo, dejándonos claro que vivimos muy por encima de lo que en realidad necesitamos. Él tuvo que darse cuenta de que sus propios papeles se intercambian no cuando llega a África, sino cuando regresa a su Inglaterra natal. El autor llega cargado de material e información, pero vacío de corazón. Después de un análisis, regresa de nuevo.
Ese regreso de Nigel Barley, quizás no invita a reflexionar ya no solo en la labor de un antropólogo, sino en la naturaleza humana, siempre necesitada de vivir en sociedad por unanimidad. En mi reflexión, quizás yo también hubiese hecho lo mismo, ya que a veces nos supera las superficialidades y nos abruma la facilidad de vida en otros lugares que llamamos “tercer mundo”, a la vez que realizamos obras para conseguir nuestros objetivos, en el caso de nuestro antropólogo, continuar con su profesión en el lugar donde quiso estar.
El autor crea escuela, a mi modesto parecer, tomándose como precedente su forma de relatarnos un trabajo científico sin el rigor lingüístico que al parecer, lleva intrínseco en los trabajos de campos anteriores. La forma de mostrarnos la realidad de otras culturas con tonos humorísticos, empieza a crear otro tipo de lectura, igual de profesional y académica que las anteriores, pero con el indiscutible “toque” de Nigel Barley. Sin embargo en su trabajo no dejó de citar jamás a sus predecesores, estudiados por él mismo, incluso citándolos para una mejor comparación entre ambos desde nuestro punto de vista.
Para esto existe una respuesta a su vez muy interesante que comparto con estos autores: “El “etno-ego-centrismo” se ve herido por el propio manejo de las alteridades que hace el otro: “para los dowayos todos los blancos son iguales” (Barley, 1989). La elección es de humildad. Para ser reconocido uno como único, antes que distinto, debe reconocer al otro también como único y distinto, y eso es lo que nos asimila, no privilegiando a ninguno sin merecerlo.

La intención del antropólogo no es introducir el Verbo, no es hacer entrar en razón a estos “ignorantes”, que tan “mal” viven, sino, por el contrario, que los otros tienen su razón que la Razón desconoce (porque así lo ha pretendido). El antropólogo no es un salvador, pero sí un mensajero. El antropólogo es un intérprete, un traductor, un intermediario, intercesor, un canal de comunicación entre ellos y nosotros. Si Dios los ha olvidado porque se lo han acaparado los blancos, a Dios puede llamársele la atención y hacerle recordar esta presencia”.
Daniel Alberto Alegrett Salazar, Daniel Rodriguez Galán y Gabriel Ernesto José Torrealba. Página web: < http://antropologiaenbabilonia.blogspot.com/search/label/Camer%C3%BAn> consultada el domingo 20/02/2011 a las 22:59.
Otro escritor venezolano, Eduardo Liendo en su libro “los platos del diablo”, opina sobre el arte del escritor y del escribir de esta manera: -cito textualmente- “El escritor es él mas desprovisto y desvalido de todos los artistas; no posee sino las palabras; las mimas palabras gastadas de todos los días, para intentar algo perdurable… Sin duda, las palabras manoseadas, masticadas, escupidas por todos, debían servir igualmente para el tejido de la araña reina. Para crear una ilusión de estructura preciosa con la misma materia raída” (Liendo, 1991: 57)”.


Los dowayos son habitantes de una pequeña aldea situada a los pies de una montaña, Kongle, en el país de Camerún. Depende de su capital “Poli”, aunque los dowayos se abastecen con su propio cultivo de mijo, del cual, aparte del pan, se extrae para hacer cerveza típica a la costumbre dowaya. Descendiente de los fulani, los dowayos actualmente no se reconocen como etnia africana. “Los dowayos hablan una variedad viciada de fulani de la que se han suprimido todas las formas irregulares y el significado de las palabras se ha modificado para acomodarlo a os conceptos dowayos. Por o demás, sólo reconociendo su lengua es posible captar los apartes reservados para otros oídos” (Barley 2004:73-74)

Panorámica del país dowayo

Foto tomada de: http://cercadeafrica.wordpress.com , recogida el 20/02/2011 a las 20:13.
Incluso el autor del libro habla así de los dowayos. “Empezaba a acometerme el insistente temor de que no existieran, pues la palabra <dowayo> era un término autóctono que significaba <nadie> y que había sido recogido como respuesta a la pregunta formulada por un funcionario de distrito. < ¿Quién vive allí?>, pregunté cortésmente en la misión católica. Sí, parecía que los dowayos sí existían. Por fortuna, los católicos habían tenido poco contacto con ellos: eran un pueblo terrible. En la escuela que regentaban los padres, eran siempre los peores alumnos. ¿Por qué quería estudiar a los dowayos? Su modo de vida respondía a una sencilla explicación: eran ignorantes.” pp. 41.
Sin embargo, los dowayos son descendientes de los fulani, y como pueblo, los fulanis sí que tienen historia. Al parecer se trata de unos de los pueblos nómadas más grandes del mundo cuyo origen es desconocido. Repartidos por toda África, se reconocen bajo diversas denominaciones.
Se han planteado muchas hipótesis acerca del origen de esta etnia. Debido a las citadas características físicas, además de por las manifestaciones artísticas, estamos hablando de un pueblo eminentemente mestizo. Muchos han planteado la hipótesis de que los fulani procedan de fuera del continente africano: Algunos les sitúan en el sur del Cáucaso, otros, en la zona de la actual Yemen.
Sin embargo, los fulani poseen una lengua clasificada dentro del grupo lingüístico Níger-Congo (aunque otros les englobarían en el grupo afro-asiático junto con lenguas más cercanas a ellos, como el hausa o el bereber). Así pues, muchos situarían sus orígenes en las orillas del Nilo; otros opinan que este pueblo es el resultado de un mestizaje entre pueblos sudaneses y nómadas del Sáhara.
Otros se reafirman nuevamente en su teoría de que vienen de fuera de África, argumentando que adoptaron una nueva lengua al llegar a las tierras del Fouta Djallon posiblemente de los autóctonos de esas tierras. Aun así, ninguna de estas hipótesis llega a ser concluyente. Además, esta etnia se ha ido mezclando con los pueblos que había a su alrededor, lo que dificulta más aún elaborar una hipótesis. Socialmente, para un africano tener un antepasado fulani suele ser sinónimo de distinción e incluso curva del río Níger y la cuenca del Volta Negro. A principios del siglo XII, a causa de la presión islámica (religión que entonces rechazaban) huyeron hacia distintas zonas, dispersándose así por toda África occidental, pero, sus mayores focos, fueron el macizo de prestigio.
Los primeros datos acerca de los fulani se remontan al siglo IX, donde vivían entre la de Fouta Djallon, Valle del Senegal, Macina, y la zona que correspondería al actual norte de Nigeria.
Información consultada en la web. Wikipedia, dirección: <http://es.wikipedia.org/wiki/Fulani>, consultada el lunes 21/02/2011 a las 00:33.