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jueves, 6 de diciembre de 2012

Salida de campo a Cieza (Murcia) y el Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete).

Salimos desde Alicante rumbo a Cieza, primero, porque el museo de Cieza abría muy tarde en su segunda jornada, así que se prefirió visitarlo por la mañana y luego ya tener todo el tiempo que quisiéramos para visitar el Tolmo, que , como estaba al aire libre, no tenía toque de queda.

En la vieja Siyâsa, o posterior Cieza, ya nos daba la bienvenida el antiguo poblado musulmán, aunque está mal dicho, ya que los musulmanes fundaban poblamientos urbanos, no como conocemos nosotros un poblacho medieval. Los textos árabes ya la nombran en el siglo XI, como un poblado de segunda categoría, pasó de ser una alquería, a un hisn.

En fin, que se descubre en aquella gran piedra allá arriba, (a saber quien tuvo las agallas de subir allí andando sin morir de asma). Julio Navarro lo excavó allá por los 80, donde pudo obtener innumerables piezas y restos de 19 casas (que actualmente están reconstruidas en el museo de Cieza).

Foto propia




 

Entre todas esas piezas, (pilas para el agua, pequeñas piezas desconocidas, monedas y demás) se pudo obtener piezas muy frágiles de vidrio, como las que muestro a continuación.
Foto propia
Foto propia




 

En 1243 Siyâsa, como otras tantas ciudades, decide pactar su vasallaje con Alfonso X. Después de algunas contiendas, en 1272 se abandona Siyâsa y los nuevos repobladores cristianos, se asientan a las faldas de su montaña fundando la actual Cieza.
 
LA CASA MUSULMANA DE AL-ANDALUS

La casa musulmana típica era una casa con patio que es la que mejor se adaptaba tanto a las características medias de la franja climática por la que se extendió el Islam, como a sus normas religiosas y sociales que exigían la permanencia de la mujer en la intimidad de la vivienda, donde residía el tipo de familia extensa, compuesta por varias generaciones, propio de las sociedades orientales. Las viviendas tenían dos alturas o dos plantas.
El patio, denominado en árabe wast al-dar (el centro de la casa) era el eje de la vida familiar, servía
para comunicar, iluminar y ventilar todas las habitaciones de la vivienda y hacía posible limitar al mínimo los vanos al exterior, - algunas viviendas no tenían una sola ventana al exterior- . Ocupaba la parte central de la parcela en la casa urbana, creando un microclima que refrescaba el ambiente gracias a la evaporación que se producía en las albercas o las zonas ajardinadas situadas en su centro, mientras que durante el invierno protegía del viento. En verano, estos patios estaban despejados pero en invierno se solían cubrir con telas o toldos para preservar el calor. Era un lugar de estancia, donde se realizaban muchas de las tareas diarias y se accedía a las otras dependencias habituales: cocina, letrina y salón. Éstos últimos tenían un uso polivalente, pues se utilizaban como lugar de reunión, comedor, dormitorio, e incluso trabajo, lo que implicaba un mobiliario reducido y fácil de mover. Los salones solían tener una bancada alrededor de la estancia para que pudiesen estar cómodos los comensales, invitados, familia reunida, etc, y el resto, por el suelo, cojines, tapices, tapices en las paredes, etc. También tienen adosada una estancia dormitorio, abierta desde el
salón. En las estancias como el salón, se apreciaban unas camas en alto, que eran lugar de reunión, y de comodidad para la distensión de los encuentros.
Las cocinas estaban compuestas por un agujero rectangular en el suelo que hacía las veces de fogón de cocina. Hay evidencias arqueológicas que confirman la posición en cuclillas de la población musulmana y pruebas físicas en huesos de mujeres con desgaste por esa posición a la hora de cocinar (acción realizada por mujeres mayoritariamente). También tenían un rincón a modo de despensa, con huecos en la pared de mampostería, donde guardaban los alimentos, el tamaño de la despensa variaba en razón a la dimensión de la estancia.
Foto propia

En la casa rural la posición del patio solía ser lateral, pues solo había crujías en dos o tres lados, y se empleaba también como corral.
Para garantizar la privacidad era imprescindible además que, desde la puerta de acceso a la calle, cuando estuviese abierta, no se viese el interior del patio. Esto se consiguió sustituyendo el zaguán, con dos vanos alineados, por otro en recodo, donde la visión directa fuese imposible. Las servidumbres de vistas también afectaban a la posición de la puerta de la casa, que no debía estar enfrente de la del vecino, y a las plantas altas. Desde el patio se podía controlar las plantas altas, ya que todas las estancias superiores daban a él. Las habitaciones estaban siempre en la zona superior, dejando la parte baja de la casa para el trasiego de la vida diaria. El centro de ese patio se reservaba para un espacio floral o ajardinado, quizás con algún árbol de frutos (naranjos, limoneros, palmeras con dátiles, etc.).
Las viviendas estaban decoradas artísticamente por dentro, por fuera eran simples y toscas, quizás salvando la entrada principal de ellas, pero normalmente eran simples, todas las estancias, poseían en su quicio, un arco, muchas veces tallado sobre yeso o piedra, con relieves. En el salón, bellamente decorado, con una cenefa también en relieve con escritura cúfica. Tanto los arcos decorados como las yeserías que hacían de ventanas, eran trabajadas en yeso.
Para acceder a las viviendas, era a través de una calle particular muchas veces, que solo te llevaba a una o dos viviendas por calle. Se trataba de pasillos estrechos que llegaban a la puerta, a veces tenían que bordear el edificio para acceder a la entrada principal. Sus pavimentos son de mortero de cal coloreado a la almagra lo mismo que los zócalos, aunque en muchas ocasiones son de tierra compactada, en donde aparecen a unos 60 cm de altura sencillos motivos geométricos en blanco o crema.
En Cieza, por ejemplo, teniendo en cuenta su orografía, las viviendas estaban escalonadas, y muchas de ellas quedaban en un nivel inferior a otras, por las que habría que pasar para poder alcanzar su entrada principal. Jamás se entraba a la viviendas por el tejado en ese momento, para justamente no tener que violar la intimidad de los habitantes. En el Tolmo de Minateda, sin embargo, las estancias no mantenían ese desnivel del suelo y su estructura era plana, igual que los edificios colindantes que en la medina se hallaban. En ésta última medina, se puede observar aun el pasillo o calle particular que conducía a las estancias y edificios, alrededor de la basílica principal.

 
Ya después del café matinal, pusimos rumbo a Albacete... a conocer por fin el Tolmo de Minateda. Un ambicioso proyecto que codirigía Sonia Gutiérrez, catedrática de Arqueología de la Universidad de Alicante, junto con Antonio Abad.
Según llegamos, don Antonio nos recibió, aunque con muy pocas ganas de querernos deleitar con sus comentarios. Nos “abandona “con Sonia Gutiérrez y con la profesora de Arqueología de la misma Universidad , Carolina Domenech, así que el grupo se reparte en dos para poder movernos mejor por la zona.
Según llegamos, podemos apreciar, (igual que nos pasó en la visita al Molón) las marcas de los carros de abastecimientos que subían y bajaban a la montaña, incrustados en la roca.
Foto propia
El Tolmo de Minateda es un cerro que domina el paso de la zona costera del sureste hacia el interior de la meseta. El trazado de esta ruta se articula, al menos desde época romana, a través de la vía Complutum-Carthago Nova, que en época medieval sería Carthago Spartaria-Toletum.
Foto propia
 
Un enclave amurallado, que pudimos apreciar con soltura y nitidez, las tres murallas que reflejaron tres asentamientos de pueblos distintos, como fueron los romanos, visigodos y musulmanes, aunque se han hallado restos correspondientes al Neolítico. Sus primeras murallas son construidas en la Edad del Bronce. Los muros romanos fueron construidos bajo el reinado de Augusto, (año 9 y 8 de nuestra era), años en los que fueron cónsules su hijastro Nerón Claudio Druso y Tito Quinctio Crispino. Aunque, existen varios monumentos funerarios del s. II-I antes de nuestra era.
Foto propia

Ya en el s. VII, la muralla se restaura y se incrementa con dos torres defensivas, obviamente, ya estamos en época visigoda. Ya en esta época, se puede datar la construcción de una basílica en la zona más llana del cerro, que data del s. VI. Con edificios adosados y alrededor de la misma.
Foto propia
 
También se documentó el baptisterio, que su ritual de bautismo, se ha interpretado como bautismo por inmersión. 
Foto propia
 
Alrededor del complejo han aparecido varias sepulturas de hombres, mujeres y niños en fosas excavadas en la roca cubiertas por losas de piedra. Son cementerios sanctos, es decir, cementerios cerca de las santas reliquias que guardaba la iglesia en su altar. Estos lugares de enterramiento eran privilegiados por definición y estaban reservados a las élites laicas y religiosas.
Foto propia
 
Tras la invasión musulmana, el complejo se convirtió en arrabal islámico, abandonándose definitivamente a finales del siglo IX.

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